¿Alguna vez te haz preguntado si en la época del Tahuantinsuyo o sus antecesores usaban apellidos para distinguirse como lo hacemos ahora?
Pues bien, nuestros ancestros no usaban apellidos, usaban dos nombres, en algunos casos solo uno y con el pasar del tiempo adoptaba el adicional hasta un tercer nombre de acuerdo a las características personales que adoptaba, es el caso de Sumaq Huayta (Hermosa Flor), Túpac Amaru (Señor Serpiente), Rumi Maki (Mano de piedra), Yma Sumaq (Qué Hermosa), Achiq Killa (Radiante Luna), etc. Es uno de los relatos importantes de Titu Cusi dictado a un escribano durante la última etapa de la resistencia de Vilcabamba.
Con la invasión de los españoles, siendo la finalidad de adoctrinar y extirpar la cultura, en consecuencia el "Runa Simi" estos nombres ancestrales pasaron a ser apellidos además de darles una traducción al español o una similitud y en otros casos ni eso.
En una revista “Tradición”, 1958, Cusco, el sacerdote Jorge A. Lira escribe sobre “Los apellidos indígenas”, y da cuenta lo siguiente:
Kkallo a Lengua,
Wassi a Casas,
Willka a Santos,
Punku a Puerta,
Aukka a Guerra,
Killa a Luna,
Tikka a Flores o De la Flor,
Mayu a Ríos,
Wayllas a Prado o Del Prado,
Kkocha a Laguna.
Mientras que se asimilaron al español por su fonética, los:
Muya a Moya,
Willka a Vilca,
Taphya a Tapia,
Ch’akun a Chacón,
Haramillu a Jaramillo,
Kiruka a Quiroga,
Kamachu a Camacho,
Kkollantis a Collantes,
Kkalle a Calle,
Muntuya a Montoya,
Missa a Meza,
Mat’u a Matto,
Yahuar a Yabar,
Pachicu a Pacheco,
Siwayllus a Zevallos o Ceballos,
Tamayu a Tamayo,
Uchuwa a Ochoa,
Xespe a Quispe.
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